Muchas personas sienten la necesidad imperiosa de acelerar las cosas y aprovechar al máximo cada momento. Un intento incesante de lograr hacer más y más cosas en cada vez menos tiempo. La gente sigue corriendo sin pausa para ponerse al día. Pero cuanto más rápido se vuelve todo, más queremos frenarlo, y ahí es donde entra en juego el slow life.
¿Qué es el concepto Slow?
Slow (lento, en inglés) es un movimiento que propone adoptar un enfoque más lento en todos los aspectos de la vida. Puede parecer simple, pero en realidad es una idea profundamente revolucionaria en una sociedad acelerada donde cada momento del día es una carrera contra reloj. La filosofía slow life consiste en hacer las cosas a la velocidad adecuada. Entendiendo que hay que momentos en los que hay que ir más rápido y estar ocupado, pero que también hay otros momentos en los que vale la pena ponerle freno a la vida acelerada para vivir el presente y sentir el entorno con más sensibilidad. El principio central de la filosofía slow es tomarse el tiempo para hacer las cosas correctamente y, por lo tanto, disfrutarlas más.
Slow life en la alimentación: slow food
¿Qué es el slow food?
El slow life es un fenómeno que tiene sus raíces en el movimiento slow food, que comenzó en la década de 1980 en Italia.
En 1986, Carlo Petrini y un grupo de activistas crearon este movimiento después de una manifestación que tuvo lugar en el futuro emplazamiento de un local de la cadena de comida rápida McDonald's, situado a los pies de la Plaza de España, en Roma. Slow food tenía como objetivo proporcionar un antídoto para la comida rápida, defendiendo las tradiciones regionales, la buena alimentación, el placer gastronómico, así como un ritmo de vida lento.
En 2004, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reconoció oficialmente al slow food como una organización sin ánimo de lucro y comenzó una relación de colaboración con ella. Hoy en día, slow food representa un movimiento global que implica a miles de personas y proyectos en más de 160 países, y continúa protegiendo las tradiciones gastronómicas, promoviendo un salario justo para los productores, fomentando el disfrute de alimentos de buena calidad y participando en actividades en torno a la sostenibilidad. Según la filosofía de slow food, los alimentos que comemos deben cultivarse y comprarse localmente, prepararse con mimo y comerse con aprecio. De esta forma, no se trata solo de los ingredientes, sino también de ralentizar el proceso de cocción e incluso cómo comemos. El objetivo es tomarse el tiempo suficiente para disfrutar realmente de las comidas que preparamos.
Desayunos ricos
La gente en general tiende a prestar poca atención al desayuno, limitándose a menudo a tomar de pie solo una taza de café. Según un informe del estudio científico ANIBES, coordinado por la Fundación Española de la Nutrición (FEN), tan solo el 25% de la población española realiza un desayuno completo. Si trasladamos la filosofía slow food al desayuno podemos encontrar un amplio abanico de posibilidades. Cereales integrales, fruta, frutos secos, huevos, lácteos, legumbres y vegetales son algunos de los elementos básicos para crear ricos desayunos. A continuación, te dejamos algunas propuestas.
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Parfait de yogur: fruta, yogur y muesli. Una combinación ideal para un desayuno sano y equilibrado para toda la familia. La elaboración es tan sencilla como poner en un bol de desayuno una capa de yogur, otra de muesli y terminar con un poco de fruta (mejor si es de temporada) o un poco de mermelada.
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Bol de avena con plátano: con solo cinco ingredientes (avena, yogur natural, leche de soja, plátano y frutos secos) y una olla conseguirás uno de los desayunos más saludables, el bol de avena con frutas. La elaboración es muy sencilla. Mezcla la avena con la leche de soja y déjala reposar hasta que hayas pelado y cortado el plátano en rodajas. Luego vierte el yogur sobre la mezcla de avena y leche, y coloca la fruta y los frutos secos encima del bol.
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Tostada de hummus con tomate: el hummus y el tomate son los mejores ingredientes para transformar la tostada tradicional en un desayuno completo. Para ello, sirve en un plato la tostada, unta el hummus y añade el tomate cortado en rodajas.
Comida mediterránea y de calidad
La dieta mediterránea es la base de la gastronomía española. Un modelo nutricional ampliamente reconocido por investigadores y científicos que combina ingredientes de la agricultura local, las recetas y formas de cocinar propias de cada lugar. En la base de su pirámide alimenticia se encuentran grandes cantidades de frutas y verduras, cereales, aceite de oliva, una proporción moderada de carne, pescado y productos lácteos, así como abundantes condimentos y especias. El tomate, tanto el tomate natural como el tomate frito, es un alimento estrella en la dieta mediterránea, especialmente por sus nutrientes, ya que contiene agua, fósforo, potasio y vitaminas A, B y C.
A pesar del valor nutricional de la dieta mediterránea, el movimiento slow food considera que hay que ir más allá de la concepción simplista de este modelo tradicional y prestar más atención a la calidad de los alimentos y sus efectos en el organismo. De esta forma, la gente debe asegurarse de que los alimentos sean naturales, es decir, que se cultiven con respeto a los recursos naturales, y sin el uso de aditivos, conservantes, colorantes, iniciadores, antioxidantes y levaduras industriales.